Estos somos nosotros, Sara y Aldo. Contamos en nuestro bagaje, entre muchas cosas, con 10 años viviendo en Barcelona, 8 de pareja, 5 de convivencia, 1 año de casados recién cumplido en julio y ahora este mes celebramos 1 año viviendo de forma más sostenible y consciente a la que de cariño le llamamos zero waste.
Esta semana, para celebrar este hito nos gustaría compartiros un poco de nuestra historia durante el último año y reflexionar que han traído estos cambios a nuestras vidas.
Proceso de cambio
[Sara]
Hay una anécdota reciente que me gusta para ilustrar este tema. Ocurrió en nuestro viaje de junio en van (si quieren saber más acerca del viaje, lo contamos aquí).
Aldo estaba estresado porque teníamos que empezar de nuevo. Cargar la van con comida, ropa y construir de nuevo una casa. Elegir el camino y asentarnos para pasar la noche. Siempre empezar de nuevo y luchar contra esa incomodidad de lo desconocido.
Luego, le dije algo que me ha enseñado el yoga. Que nunca tendremos para siempre lo que tenemos ahora. Ya sea juventud, salud, pertenencias o personas. La constante siempre es el cambio, el remodelado. Como el remodelado cerebral de un bebé en el vientre materno o las placas tectónicas que destruyen la roca de un lado para generar del otro en forma de lava.
El cambio es una constante, es parte y una de las bellezas de la vida. Caerse, emprender de nuevo y reconstruir. Siempre tenemos una nueva oportunidad.
Llevábamos ya varios años en fase precontemplativa, reciclábamos, no separábamos basura orgánica de la inorgánica y lo teníamos como objetivo. Intentábamos comprar menos ropa de la que nuestros instintos consumistas nos dictarían porque éramos conscientes de lo insostenible que es la industria de la moda de fast fashion y las consecuencias sociales en las que deja a los países donde se produce, que sólo se puede llamar de esclavitud. Sin embargo, siendo conscientes de todo esto algo nos detenía a tomar las riendas y cambiar nuestra forma de consumir. Hasta que después de casarnos, le propuse a Aldo empezar con algo que era un reto pero me parecía tangible, dejar de consumir plástico.
La idea del cambio, volver a empezar de nuevo, sentirnos incómodos, no entusiasmó a Aldo de inmediato. Pero me propuso algo: “hagámoslo con la condición de que lo documentemos”. Y así nació el proyecto y el blog, como una manera de hacernos sentir ilusionados por compartir estas nuevas experiencias que estábamos viviendo.
Creo que verlo como un juego es una buena estrategia para no desistir. En nuestro caso fueron las ganas de poder compartirlo con el mundo, en el caso de Patri y Fer, de vivir sin plástico, fue juntar su plástico en un tarro y hacer que fuera cada vez más pequeño, creando una competencia entre ellos.
[Aldo]
Si tuviese que explicar en una palabra el cambio más grande que he logrado después de un año de 90:10 Project, la palabra sería: Hábitos.
Como una palabra no es suficiente para que logre explicarlo, empiezo a sacar todo desde mi alma y contarlo con mayor detalle.
Para poner un poco de contexto a lo que escribo, he de decir que soy una persona a la que le gusta: estar en casa, comer a las horas, disfrutar de las mañanas, jugar a lo seguro. Puedo permanecer mucho tiempo en un estado de confort y no necesitar de nada más. Una vez que me saquen de ahí, disfruto de las experiencias al máximo. Eso sí, siempre siento algo especial al abrir la puerta y entrar a casa.
En la misma línea, prefiero cambios pequeños que a los drásticos (eso ya va mudando).
Ahora, tomando en cuenta que prácticamente todo lo que comprábamos contenía plástico y viendo que está metido hasta en las entrañas de la mayoría de las industrias, mi intuición me decía que reducir su uso en un 90% con este proyecto, iba a ser un cambio de los que no son mis favoritos.
Y es que si me decidía meter, quería poder medir el cambio. A lo que vine a Sara con mi solución, que fue documentar lo que íbamos haciendo para ser más conscientes de ese proceso y en algún momento poder evaluarlo. Parece que a un año de iniciar, es el indicado.
Hace muchos años, en México, tuve un jefe que repetía casi a diario: “lo que no se mide, no se controla y lo que no se controla, no se puede mejorar.”
Primeros pasos
[Sara]
Cuando el año pasado decidimos hacer un cambio en nuestra forma de consumir, el objetivo inicial era reducir un 90% del plástico de un sólo uso en nuestras vidas, de ahí el nombre del proyecto.
Como la mayoría de los que emprenden esta aventura partíamos de la nada, no sabíamos dónde, cómo ni qué comprar. Estábamos acostumbrados a ir al supermercado y a salir de ahí con la compra hecha, solamente a veces comprábamos algunos vegetales en el mercado del barrio o en el mercado de agricultores que tenemos en Poble Sec los sábados (Mercat de la Terra). Así que nos tocó descubrir todo un mundo nuevo.
Decidimos empezar poco a poco con cambios fáciles y lo primero fue comprar unos filtros para el agua que instalamos en las tuberías de nuestro piso. Somos afortunados de vivir en un barrio (Sant Antoni) que cuenta con varias tiendas a granel, así que lo segundo que hicimos fue ir a visitarlas. Para conocerlas puedes visitar nuestro directorio de tiendas zero waste.
En mi primera aventura en una tienda a granel decidí empezar sencillo y comprar granola para los desayunos, para llevarme la sorpresa que temes cuando compras a granel, era carísimo! Pero no desanimes, después de esa experiencia me di cuenta que hay algunos productos que la mejor solución es hacerlos tu mismo, no sólo son más sanos porque controlas qué ingredientes le pones como no tienes que sacrificar tu cartera. Encontré una tienda a granel con buenos precios de los productos básicos y la hago cada 2 semanas, os cuento cómo en las sección de recetas de la web.
La segunda compra en una tienda zero waste fue el libro Vivir sin plástico, de Patrícia Reina Toresano y Fernando Gómez Soria. Y no nos arrepentimos nada. Son una pareja que 4 años antes habían pasado por el mismo proceso que estábamos viviendo nosotros, así que nos empapamos de sus experiencias y lo usamos como base para nuestro proceso.
[Aldo]
Como no sabíamos cómo iniciar, comenzamos investigando. Entre libros, blogs, documentales, masterclasses, YouTube y podcasts teníamos suficiente información para darnos cuenta de que el uso indiscriminado de plástico es tan solo el ápice del problema y que se asoma a decirnos que seamos más cuidadosos del mundo en el que vivimos.
En efecto, hay mucho que hacer para entrar en balance con el planeta y para atacar el problema desde distintas perspectivas. Pero, como el proyecto es reducir el plástico. Nos fuimos ahí y sin piedad. El libro de Vivir sin plástico nos ha ayudado grandemente con varios años de investigación y conocimiento resumidos en esas 205 páginas y explicado de una manera natural y clara.
Así que el enfoque fue empezar de a poco pero empezar.
Dicho y hecho: Comenzamos con la compra a granel y, en los estantes de la alacena, poco a poco se fueron sustituyendo los empaques de plástico de la pasta, arroz y demás, por frascos de vidrio.
La mayoría de estos frascos fue recolectado de los productos con envase de cristal que teníamos en casa.
Antes del proyecto ya teníamos un cajón lleno. En una ocasión vi que ese cajón tenía tantos frascos que pronto necesitaría un cajón adicional. Le dije a Sara que, con ese ritmo de crecimiento, en algún momento nos convertiríamos en la casa del frasco. La solución fue comprar a granel. Ya no nos llamaríamos la casa del frasco.
He de aceptar que ahora me gusta abrir las puertas de la alacena y ver esos frascos llenos, etiquetados y en orden.
De esta etapa he disfrutado de generar una solución en la que me sienta tranquilo, viendo el avance gradualmente y sobretodo de darnos el tiempo de escribir todo lo que íbamos haciendo de manera distinta para ir aprendiendo sobre la marcha.
Estabilización del cambio
[Aldo]
Después de 6 meses de cambios en los patrones de compra, reacomodo de la alacena, rellenar botellas con los productos de limpieza, etc. ya era un tiempo considerable para haber aprendido y sentirnos como peces en el agua.
Todos estos cambios fueron impulsados por Sara, buscando nuevos productos, nuevas tiendas, evaluando los problemas que teníamos y buscándoles solución. En cuanto me di cuenta, teníamos bolsas para la compra, todas de tela hechas por la madre de Sara, a petición expresa de la hija consentida. Se había vuelto una actividad común contar las bolsas para la lista de compras que habíamos preparado e ir al mercado de Sant Antoni o a las fruterías del barrio por frutas y verduras al local que sabíamos que se iba a adaptando con nosotros.
No lo voy a negar, al principio sentía un poco de incomodidad al llegar con mi tupper y pedir que me pusieran las olivas, el queso o la carne y el pescado. Para algunos negocios, rompía todos sus esquemas y no eran capaces de ponerlo en un tupper porque nunca lo habían hecho, otros lo ponían en tupper después de envolverlo en plástico y otros, los menos, ponían el producto directamente en el tupper después de haberlo pesado para cobrar el peso neto del producto. Era aquí cuando parecía que nos tocaba el Bingo. Regresábamos a casa con una sonrisa de oreja a oreja porque ya sabíamos a dónde ir de compras y seguir reduciendo nuestro consumo de plástico.
Para esta etapa, veíamos que ya teníamos cierto nivel de dominio en el tema y teníamos control de las cosas que consumíamos. Por supuesto, estábamos en el punto inicial pero ya visualizábamos un camino por el que podíamos ir.
De los mejores resultados que podíamos tener, era ver que ese cubo de basura de plástico podía estar fácilmente más de un mes sin que se llenase, una gran mejora de cuando comenzamos y vaciábamos el bote dos veces a la semana. Y ahora a 1 año vista podemos decir con seguridad que hemos logrado reducir en más del 90% nuestro consumo de descartables de plástico.
[Sara]
El proyecto empezó como una reducción del plástico en nuestras vidas pero pronto me di cuenta que no podía simplemente sustituirlo por otro producto que sea más fácilmente destructible en su fase final de vida, como el vidrio o el papel de un solo uso, que en realidad usan mucha energía y recursos para su producción inicial. Porque sabía que como objetivo final tenía el de ser más sostenible conmigo y con el planeta, así que lo que realmente se trataba era de un cambio de patrones de consumo. Por eso hacemos el máximo esfuerzo por siempre conseguir materiales que sean reutilizables.
Cuando tengo que pensar en soluciones a nuevos problemas con los que me deparo en este “nuevo” estilo de vida, lo primero que pienso es ¿cómo lo hacían nuestros abuelos? Y lo segundo ¿puedo vivir sin ese producto? Casi siempre en estas dos preguntas encuentro las respuestas al problema. Y eso también nos ha acercado más a nuestras familias y a preguntarles cómo hacían sus padres.
Desde los años 50 del siglo pasado hemos sido bombardeados con una avalancha de marketing del facilismo que nos llenaron las vidas de cosas inútiles e innecesarias, porque desde el punto de vista del consumismo y del capitalismo no somos individuos sino consumidores y el ente más importante en este tipo de sociedad es un consumidor, al que se le abren todas las puertas del mundo si decide entrar en el juego y consumir. Así que para mí la solución era clara teníamos que ser más conscientes con lo que decidíamos comprar.
Esta es una evaluación constante que requiere investigación y ponderación, y ahí le doy gracias a mi faceta de científica dedicada a la medicina. Es un proceso en el que hay que evaluar los ingredientes del producto, si han sido producidos de forma respetuosa para con el planeta y con los trabajadores involucrados, si son de cercanía, lo que reduce mucho la huella de carbono que implica el transporte y finalmente el tipo de envase, lo mejor siendo el que no tiene, o sea a granel y luego envases de productos ya reciclados y reciclables. Obviamente nuestras elecciones no son perfectas. Pero me gusta ser consciente de todo el proceso y tomar la mejor decisión que pueda en ese momento.
Beneficios
Este proyecto se ha convertido en nuestro hobbie. Nos encanta investigar, ver qué empresas promueven la economía circular, el zero o low waste, contactarles y hablar con ellos para conocer sus historias.
Poco a poco hemos ido incluyendo a nuestras amistades y familia en el proyecto, otras más se interesan por el tema y nos preguntan sobre productos o problemas que tienen en la compra a granel o en la ducha con los productos.
¿Cuáles son los beneficios?
A nivel personal
Cuando se trata de comprar algo, nos cuestionamos si es un bien necesario, de dónde proviene, cómo lo producen, cómo viene el empaque y por qué sería diferente a que nosotros mismos lo hiciésemos.
Este cuestionamiento nos ha animado a producir las cosas por nuestra cuenta: pan, salsa de tomate, aderezos, tortillas, granola, hervir las legumbres, coser la ropa, reparar los muebles, las duchas, cortar la albahaca de nuestro balcón. Siento que nos ha regresado al ritmo de una vida menos frenética y desenfrenada.
Se siente más regresar a la esencia y a encontrarnos con la versión que más nos gusta de nosotros. [Aldo] Algunas veces con tanta investigación, estudio y escritura de blog, me siento en la universidad. Una etapa de mi vida que disfruté mucho y me dejó con las ganas de seguir aprendiendo continuamente.
[Sara] Ahora en la marca del año, he empezado a notar una transición en mis objetos de preocupación. Ya no sólo pienso si un producto, actitud o prácticas son más o menos respetuosas con el planeta sino también las cuestiones sociales implicadas. Reconocer el privilegio que tengo por poder preocuparme con el planeta porque hay gente en el mundo que aún tiene que estar preocupada si va a tener que comer o dónde dormir, es una parte fundamental para crear un movimiento ecológico y sostenible inclusivo y escuchar a diferentes vivencias. Así que creo que para poder hacer un activismo ecologista completo es esencial luchar también por una mejoría en el acceso a la educación y salud globales y mejora de las condiciones laborales con sueldos justos y que paguemos precios justos por los productos resultantes. Y a la vez hacer conciencia entre los que más tienen que hay que parar el despilfarro que hemos vivido hasta ahora.
A nivel de pareja
Nos ha unido más. Tener un proyecto juntos nos ha hecho visualizar el camino que queremos recorrer y voltear a mirar el final del mismo e irlo recorriendo paso a paso.
[Aldo] Me ha hecho admirar mucho más a Sara quien enfoca toda esa energía que tiene en algo que le hace feliz. Vivimos más de la manera en la que queremos vivir.
En relación con nuestros amigos y familia
Nos encanta que se interesen y nos pregunten sobre el tema de reducción de plástico y el zero waste. A unos amigos, los hemos sumado al proyecto y mientras más hablemos de ello, lograremos que ese pequeño cambio sea cada vez mayor.
En relación con el planeta
Estamos haciendo un cambio ínfimo, aunque bajo nuestro punto de vista es el rumbo a seguir. Nuestro reto está en darle otro respiro más al planeta.